Viajar a la Costa Brava es mucho más que una simple experiencia, es una perspectiva renovadora que nos enriquecerá a nivel turístico, histórico y cultural, y es que hay algunos destinos, como es el caso del camino de Ronda de Tosa de Mar, que sin duda cuentan con una historia y un recorrido verdaderamente interesante. Si quieres disfrutar de unos días inolvidables, te vamos a acompañar por una de las rutas imprescindibles en tu próxima visita.
La historia del camino de Ronda de Tosa de Mar
Además de su naturaleza perfectamente conservada, el camino de Ronda de Tosa de Mar es un lugar con una gran riqueza a nivel histórico, y es que forma parte de una gran red de senderos que recorren toda la Costa Brava y permite llegar desde Blanes hasta Portbou.
Se trata de un camino cuyo origen data del siglo XIX, cuando fue construido con el objetivo de crear una ruta de vigilancia para la Guardia Civil, y así facilitar el control de la costa para prevenir el contrabando en la zona.
Hay que partir de la base de que toda esta zona de costa cuenta con varias calas e incluso playas escondidas con cuevas sumergidas, lo que hacía que los contrabandistas y traficantes pudiesen llevar a cabo sus propósitos con una gran facilidad, escondiéndose de las autoridades y con un nivel de riesgo muy bajo.
Estas actividades se llevaban a cabo sobre todo durante la noche, momento en el que la Guardia Civil activaba los principales recorridos con patrullas a pie.
El camino de Ronda de Tosa de Mar, también se pudo aprovechar para rescatar a náufragos e incluso para acceder a sitios que no eran accesibles a través del mar, garantizando una interconexión muy completa y simple.
Con el paso de los años, este camino ha acabado convirtiéndose en un lugar con un gran atractivo turístico y cultural, y es que no sólo podemos disfrutar de un pedazo de historia de nuestro país, sino que además, también estamos rodeados de una gran belleza natural, un entorno único y que vale la pena visitar. No en vano, a partir de los años 60, este camino se convirtió en una de las rutas de senderismo mejor valoradas por los visitantes de otros países, muy especialmente para aquellos que preferían encontrar un entorno que les permitiese estar en pleno contacto con la naturaleza.
Gracias a su historia, a lo largo del camino vamos a encontrar desde castillos hasta fortificaciones y torres de vigilancia, e incluso atravesaremos algunos pueblos, antaño dedicados a la pesca, que siguen manteniendo esa esencia única e indiscutible.
Cómo es el recorrido del camino de Ronda en Tosa de Mar
Teniendo en cuenta su historia, está claro que el camino de Ronda en Tosa de Mar es uno de los más importantes e impresionantes de toda la Costa Brava, ya que permite disfrutar de un importante legado tanto histórico como cultural, sin olvidar que nos ayuda a acceder a lugares recónditos y con unos paisajes verdaderamente espectaculares.
También vamos a descubrir algunos puntos de interés únicos, playas vírgenes con su fina arena que contrastan con acantilados escarpados, todo ello perfectamente decorado con vegetación mediterránea.
Sus vistas panorámicas se combinan con las rocas y pinos que encontraremos a lo largo del camino, haciendo de nuestra experiencia algo único e irrepetible.
Desde playa Grande al Castillo de Tosa de Mar
El camino de Ronda en Tosa de Mar empieza en la playa Grande, un lugar muy típico puesto que forma parte del casco antiguo, donde encontraremos las populares casas blancas y una serie de comercios donde dispondremos de todo lo que podamos necesitar, incluyendo recuerdos.
Este tramo tiene una pendiente muy suave, por lo que es apto para la mayoría de turistas, y culmina en el Castillo de Tosa de Mar, el cual fue construido en el siglo XII para hacer frente a los ataques de los piratas.
Es un castillo medieval que forma parte del conjunto histórico de la Vila Vella, y una vez que se atraviesan sus murallas, podemos encontrar un entorno histórico fantástico, con calles conformadas por adoquines, las populares torres de defensa y antiguas viviendas que en la actualidad han sido transformadas en museos, restaurantes y tiendas de artesanía.
De las diferentes torres defensivas, la más popular es la Torre d’en Joanàs, desde donde se puede observar una vista panorámica de toda la bahía, así como disfrutar del atardecer más bonito de la zona.
Como curiosidad, la Vila Vella es el único pueblo medieval fortificado que se conserva completo en toda la costa catalana, y el castillo pasó a ser utilizado en el siglo XIX como punto de vigilancia de la Guardia Civil para controlar el contrabando, pero durante la Guerra Civil pasó a ser un refugio, e incluso también un almacén de municiones.
Del Castillo de Tosa de Mar a Cala des Codolar
Una vez abandonamos el castillo, emprendemos un nuevo tramo en dirección a la Cala des Codolar, para lo cual nos encontraremos una ruta de descenso, que tiene una longitud corta pero bastante pendiente.
Uno de los puntos bonitos de este tramo es que vamos a ir bordeando las murallas, a la vez que, al otro lado, podremos disfrutar de las fantásticas vistas de todo el mar Mediterráneo. Las murallas están en muy buena conservación y permiten disfrutar de una arquitectura defensiva única.
Esta cala se caracteriza por tener forma de herradura, y al estar protegida, disfrutamos de aguas muy transparentes, por lo que podemos hacer una parada y darnos un baño apartados del bullicio turístico habitual de la zona.
El nombre de esta cala tiene su origen en la palabra “codols”, que en catalán significa “cantos rodados”, que es lo que vamos a encontrar principalmente en ella.
Al ser un lugar protegido de los fuertes oleajes, tradicionalmente ha sido utilizado como refugio para las embarcaciones de los pescadores locales.
De hecho, en los días de marejada, incluso podemos encontrar restos de antiguas cerámicas, como ánforas, que vienen arrastradas por la corriente, un atractivo añadido para los amantes de la arqueología submarina.
De Cala des Codolar a Cala Bona
Después de nuestro refrescante baño en la Cala des Codolar, es el momento de poner rumbo a Cala Bona, y en este tramo van a destacar la vegetación mediterránea y los acantilados.
Eso sí, es un trayecto algo más duro, ya que presenta tanto ascensos como descensos pero, sobre todo, su terreno es bastante rocoso.
A cambio podemos disfrutar de unas vistas asombrosas, y una tranquilidad que verdaderamente vale la pena el esfuerzo.
Aproximadamente a mitad de camino vamos a encontrar un mirador donde podremos observar los acantilados y las aguas cristalinas, el lugar perfecto para descansar antes de llegar a Cala Bona, un lugar menos conocido y que, por tanto, también ofrece una mayor tranquilidad.
En esta nueva cala veremos multitud de especies marinas, además de que es el lugar ideal para practicar esnórquel.
También hay numerosas cuevas marinas, pero para poder visitarlas tenemos que ir en alguna pequeña embarcación o kayak, y de hecho, como curiosidad, en estas cuevas los contrabandistas solían esconderse de la Guardia Civil.
De Cala Bona a Cala Pola
Tras el descanso, vamos a salir, en esta ocasión, en dirección a Cala Pola, un tramo más fácil que el anterior y con una buena delimitación. Una de sus bellezas es que se desarrolla de forma paralela a la costa, con lo cual vamos a seguir disfrutando de vistas fantásticas.
En este camino podremos encontrar la Punta des Cars, que es una gran roca que conforma un saliente gracias al cual podemos tener una vista asombrosa de toda la costa, lugar ideal para los amantes del avistamiento de aves marinas como son las gaviotas y los cormoranes.
Una vez que llegamos a Cala Pola, nos encontramos un entorno muy agradable, con un camping cercano, lo que la convierte en un lugar ideal para las familias. De hecho, si vamos en temporada alta, es normal que haya bastante gente.
Pese a ello, el agua es muy limpia y anima a darnos un nuevo baño antes de continuar.
Cabe destacar que este lugar era un antiguo cargadero de mineral en el siglo XIX, el cual se utilizaba para transportar hierro desde las minas hasta los barcos, que lo iban repartiendo a lo largo de toda Europa.
De Cala Pola a Cala Giverola
Emprendemos de nuevo nuestro camino de Ronda de Tosa de Mar, y en esta ocasión nos vamos a dirigir a la Cala Giverola, y para ello, vamos a tener que superar un tramo con desniveles y escalones naturales, lo que significa que va a ser más exigente que el anterior.
Una de las particularidades de este tramo del camino es que nos vamos a ir alejando de la costa y entrando en un bosque frondoso lleno de pinos y encinas, por lo que es uno de los tramos más agradables para los meses cálidos.
También es el tramo perfecto para los amantes de la flora y la fauna autóctona, donde encontraremos algunos sitios fantásticos para hacer fotografías.
Al llegar a la Cala Giverola, nos vamos a encontrar con una cala verdaderamente espectacular, rodeada de acantilados, aguas transparentes y arena dorada.
De hecho, es un lugar popular para practicar deportes acuáticos como paddle surf y kayak, y para poder ver algunos peces cerca de la orilla, por lo que también es fantástico para los practicantes de snorkel.
También nos vamos a encontrar con la Font d’en Giverola, una fuente de agua dulce que se encuentra cerca de la playa y, durante siglos, ha sido utilizada por los pescadores para aprovisionarse de agua limpia antes de salir al mar.
De Cala Giverola a Cala Futadera
Maravillados por la belleza de la Cala Giverola, de nuevo emprendemos el camino hacia la Cala Futadera, donde vamos a poder disfrutar de algunas de las vistas más impresionantes de todo el recorrido, ya que poco a poco iremos elevándonos sobre los acantilados, además de que la vegetación es más baja y tenemos un entorno mucho más despejado para ver todo el litoral.
A lo largo del camino encontraremos un mirador que permite ver toda la cala y disfrutar de la belleza de su tranquilidad y aguas transparentes.
La Cala Futadera es conocida como la cala de los 300 escalones debido a que tenemos que descender un largo tramo hasta la playa. Gracias a que en la zona hay varias calas que son más accesibles, ésta suele ser poco visitada, pero vale la pena bajar hasta abajo para poder disfrutar de su precioso entorno rodeado de acantilados, además de que es un lugar donde principalmente veremos embarcaciones.
De hecho, si el día es claro, también vamos a poder ver las Islas Medas y las montañas del Pirineo.
De Cala Futadera a Cala Salions
Nos dirigimos ahora al último tramo en dirección a la Cala Salions, un sendero que va descendiendo suavemente hasta alcanzar de nuevo el nivel del mar.
Se caracteriza por ser muy serpenteante, lo que hace que tengamos un recorrido más largo, pero a cambio, también hay muchos bancos y puntos de descanso donde relajarnos un rato antes de llegar al final del recorrido del camino de Ronda de Tosa de Mar.
En este tramo encontraremos los restos de una antigua torre de vigilancia que fue construida en el siglo XVI, y que se utilizaba para alertar a la población de la presencia de piratas en la zona de la costa.
Una vez que llegamos a la cala, veremos que tiene un tamaño mediano y está rodeada de viviendas, pero aun así, sigue siendo un sitio muy tranquilo donde pasar el rato.
Esta playa de aguas cristalinas está conformada por guijarros, y para coronar nuestra experiencia, podemos relajarnos y degustar una buena paella o un pescado fresco en el restaurante que hay en este lugar. También es un lugar con un fondo marino sorprendente, varias cuevas y formaciones rocosas que lo hacen ideal para practicar buceo.
Una curiosidad interesante de la Cala Salions es que está habitada desde tiempos prehistóricos, ya que se han encontrado restos de un poblado íbero en una de las colinas cercanas.
En esencia, el camino de Ronda de Tosa del Mar es una experiencia que verdaderamente vale la pena disfrutar si viajamos a la Costa Brava y somos amantes de la tranquilidad, la belleza de la naturaleza y de la historia del lugar.